M. Mate – Spanish

Oktober 24, 2017 by admin Uncategorized 0 comments

MATEO MATÉ: SÍMBOLO E IDENTIDAD

Si hay algo que llame inmediatamente la atención en la obra de Mateo Maté (Madrid, 1964) es su capacidad para manejar símbolos y significados. Como buen comunicador, Mateo Maté maneja con eficacia imágenes en una cultura saturada de ellas aunque, para él, hay una diferencia fundamental a señalar. En publicidad, el mensaje cuanto más claro es, mejor.

Sintético y directo. A él, sin embargo, como artista, le interesa justo lo contrario: la simultaneidad, la paradoja, el enigma, el poder hacer malabarismos con los símbolos y el encanto de su ambigüedad. Le fascina la carga simbólica que incluso el objeto más cotidiano pueda contener. „Me gusta –comenta el artista- usar la parte residual del símbolo. La carga simbólica de un objeto que tiene una dirección y darle como con una raqueta de tenis, dirigirlo a otra parte. Generar, en definitiva, nuevas lecturas, nuevas referencias. Poder dar nuevos significados en nuevos contextos.“

Ya sus primeros trabajos mostraban el interés del artista por cuestionar significados establecidos y proponer nuevas lecturas, como los objetos que representan literalmente lo que indica su título :„Del arte de hacer un pájaro y del arte de matarlo“ 1994 -una escena clásica de cacería convertida en pajarita- o „Del arte de hacer un barco y del arte de hundirlo“ 1994, doblando en forma de barquito de papel la tela del cuadro de una batalla naval. Así como la realización de objetos singulares como el libro sembrado –con semillas- de pensamientos –flores-, („Libro sembrado“,2001).

Otras piezas –más críticas en su contenido- que convirtien en jaulas o laberintos los bastidores de un cuadro y cuyo ambiguo título de „Trampas de artista“ (1997) interroga abiertamente sobre la situación y el entorno del artista y el arte: ¿trampas en la mercantilización de la obra? ¿en los medios y lenguajes artísticos a usar?, ¿trampas en la propia creatividad? ¿pone en artista esas trampas o se las ponen a él?

Sobre su obra más reciente –que ha ido ganando en sutileza y complejidad- Mateo Maté habla de „hibridación“ para referirse a su manejo particular de símbolos y que podria definirse por la capacidad de confrontar símbolos en niveles de significados diferentes.

En otoño de este año se presentaba en la galería Grita Insam de Viena la exposición „Delirios de Grandeza“ (2005): mapas políticos de Austria en los que dentro se veía el plano de distribución de un piso. Una serie de símbolos (indicando el área de servicios o la zona de trabajo, como cualquier sistema de señalización de un aeropuerto, hotel o museo de nuestro mundo occidental), símbolos sin ninguna carga emocional, neutrales y homologables, quedaban integrados en un mapa político nacional (imagen que inmediatamente genera una carga emocional y de carácter subjetivo). Hibridación a base de símbolos que corresponden a convenciones colectivas trasladados al ámbito privado y al revés.

Otras piezas de Mateo Maté como las banderas que son trozos del mantel para cubrir la mesa, los escudos heráldicos hechos con paelleras y fregonas, o la cocina económica con la silueta de la Península Ibérica presentan este tipo de hibridación de significados. Lo universal con lo particular, la casa-patria, la bandera-mantel: el espacio privado –mi casa, mi territorio, mi ámbito de privacidad- se hibrida con el espacio público (representado por un mapa, una bandera, -símbolos que, por excelencia, „construyen“ el imaginario nacional- pretendiendo representar convenciones colectivas) con las diferentes connotaciones subjetivas y emocionales que puedan provocar.

„El territorio doméstico, particular, el territorio nacional, el mundo, la cultura global. En realidad trato símbolos muy similares, tratando de demostrar hasta que punto se pueden extrapolar las estructuras: Una pelea casera –explica Maté-.puede ser la metáfora de una guerra por la causa nacional“

Y a proposito de guerra –y este es el tema que explica el título de la exposición „Delirios de Grandeza“- Mateo Maté presenta una serie de trabajos en las que la idea de conflicto y agresión se confunden –otra vez la idea de hibridación- entre el ámbito privado y el público. Entre otros trabajos se presenta un video en el que diferentes imágenes -fragmentos de películas comerciales y de publicidad- escenifican la ceremonia de un banquete familiar, confundidas y asimiladas con imágenes de la preparación y el desarrollo de una batalla. La tensión cotidiana, la agresividad de nuestros comportamientos diarios y los conflictos bélicos en un mismo escenario. Actos heroicos –ensalzando la patria, justificando una guerra, enorgullociéndose de un escudo, de una bandera- representados por la grandilocuencia de gestos que sólo ponen en evidencia su absurdidad…

Hay, de alguna manera siempre presente en esta obra más reciente de Maté, la cuestión del espacio como territorio de identidad: el mapa que señala-identifica un espacio, la patria o la guerra que defienden o justifican la invasión de éste etc… El espacio „como lugar antropológico“ –al que se refiere Marc Augé cuando habla del lugar en el que „la identidad, las relaciones y la historia de quienes lo habitan allí se inscriben“. Entendiendo por ello „el no-lugar como los espacios de la circulación, de la distribución y de la comunicación, en los cuales resulta imposible aprehender ni la identidad, ni la relación, ni la historia… específicos de la época contemporánea“ (1)

Una cuestión interesantísima a reflexionar en este momento de „deslocalizaciones“ que caracteriza nuestra contemporaneidad. La rapidez con la que, hoy en dia, circulan información, mercancias y capital está produciendo cambios en las relaciones interpersonales y en la forma de percibir nuestra realidad transformando radicalmente nuestra manera de entender la identidad. El yo y el otro. „La identidad –explica Maté- que va más allá del espacio. Me considero un tipo nómada, cambio de casa, de estudio, de materiales de trabajo…lo único que conservo son mis relaciones. Por eso planteo estos recorridos de relaciones con amigos, con mi chica, en espacios mios, en una mesa en la que he comido, mi cama…esto genera mi identidad, por encima de identidades con fronteras establecidas o identidades nacionales….“.

El mundo que sólo puedo entender desde mi perspectiva: yo soy…lo que pienso, lo que hago o lo que leo, como la serie de trabajos que Maté presentaba con periódicos leídos acumulados durante años haciendo, una vez más, malabarismos con estos significados („Medios de formación, ¿Qué hago yo aquí?“, 1999) o mostrando el perfil de su rostro como soporte de libros „Mi perfil cultural“ 2001) Exploración de mi subjetividad como el único territorio en donde puedo construir mi relación con la realidad.

En la serie „Busco para conocer mi geografía“(1999-2002) los pliegues de una cama deshecha se transforman en montañas al ser filmadas desde una mini-cámara que, instalada en un tren de juguete que recorre la cama, proyecta después los pliegues de las sábanas ampliados como si fueran llanuras, altiplanos o colinas en un paisaje nevado. Un viaje por un territorio íntimo, como la cama o por la sobremesa que se ha compartido con amigos. La cámara filma los restos de la comida en los platos, las copas semivacías… un paquete de tabaco que, ampliado, parece un cartel publicitario que vemos desde la carretera, una lata de cerveza se convierte en algo parecido a un edificio, o a una fábrica. Imágenes extraordinariamente trabajadas, cuidadas hasta el último detalle y de una gran sutileza formal. Así mismo, las fotos de camas deshechas transformadas en mapas que invitan a recorrerlos con la mirada. Los pliegues de las sábanas con las curvas de nivel exactamente calculadas y medidas como si se tratase de montañas o picos en un atlas geográfico. La cama, la mesa, la casa, espacios y territorios en los que habitan las relaciones de amistad, de amor, del deseo.

La búsqueda de uno mismo, búsqueda de la propia identidad como un viaje de exploración por los territorios más cercanos. Lo explica el artista en un breve texto („Me busco y no me encuentro“, 2004): son las sensaciones lo que debemos explorar como parajes desconocidos más que las exóticas diferencias que nos promete la publicidad de cualquier agencia de viajes. Finalmente, nunca salimos de nosotros mismos, somos –querámoslo o no- nuestros únicos viajeros. El viaje como metáfora donde lo fascinante no es la llegada sino el recorrido en el que nos descubrimos. El viaje, en definitiva, „no apto para turistas“, y en el que las rutas, sin programar, van marcando, como las experiencias de la vida, nuestra relación con nosotros mismos y con la realidad.

(1) – M. Augé „Espacio y Alteridad“ /“La Alteridad“- Revista de Occidente, año 1994

(Lápiz n° 218 Diciembre, 2005)

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