I. Lazkoz – Spanish

Oktober 24, 2017 by admin Uncategorized 0 comments

INAKI LAZKOZ: DE LA MIRADA A LA IMAGEN

Este invierno en la Kunsthalle de Viena se presentaba junto a la Schirn Kunsthalle de Frankfurt y el Centre Pompidou de París, la exposición „Lieber Maler, male mir …“ que analizaba diferentes posiciones de la pintura figurativa desde las vanguardias históricas hasta la contemporaneidad. La exposición, que integraba artistas tan diferentes como Fancis Picabia, Sigmar Polke o Martin Kippenberger, mostraba como a través de la figuración, la pintura puede convertirse en un lenguaje provocativo, emotivo, poético, pero también irónico e incluso crítico.

Una cuestión común entre todos los artistas presentes en la muestra era que su pintura partía siempre de un modelo no necesariamente real sino extraído de documentos fotográficos, cine, publicidad o modelos de la historia del arte. Una exposición muy interesante que lograba poner en cuestión la tradicional consideración de lo figurativo como opuesto al proyecto de modernidad y rompía, a la vez, la ortodoxa separación entre lo figurativo y lo abstracto.

Esta primavera Art-Links de Nueva York presentaba, con el significativo título “Subject: Object”, la obra del artista Iñaki Lazkoz (Pamplona, 1973): una serie de pinturas que, por sus características, tienen mucho en común con la tesis de la exposición comentada más arriba.

Este joven artista vasco presentaba en el espacio neoyorkino imágenes muy peculiares de arquitecturas que el visitante que conoce la ciudad de Viena, probablemente puede reconocer. De la misma manera que, durante los años que vivió en Viena, el artista trabajó con arquitecturas de su ciudad natal de la que recién llegaba, ahora, desde hace un tiempo instalado en Nueva York, se inspira en edificios de Viena, ciudad en la que realizó parte de sus estudios de arte. Pero no se trata tanto de imágenes documentales sino de registros de esta realidad que el artista, como si los recuperara de su memoria, los convierte en subjetivos, totalmente personales.

La pintura de Lazcoz reivindica, en cierta forma, el paisaje como género clásico de la pintura, nos habla del Yo mirando al mundo. No es el ojo que ve sino la mirada, subjetiva, que atrapa fragmentos de la realidad y como si los registrara en la memoria, los incorpora después, aislados, al ámbito de la representación.

Las imágenes del edificio en el Flohmarkt, la casa en la Hollergasse, o la terminal de la Sudbahnhof despojadas de su propio entorno, adquieren una presencia mágica y reposada. Son paisajes inquietantes, un tanto desolados, bañados por una luz silenciosa siempre irreal.

Así mismo otros objetos, como las sillas -sillas que en su día formaron parte del escaso mobiliario del taller del artista en Viena-, son representaciones de imágenes que parecen persistir en su memoria. Algunos escasos retratos -personas próximas al artista-, figuras que, aisladas de su entorno, parecen rodeadas de un halo que los eleva de lo cotidiano, adquiriendo una presencia casi espiritual.

Las composiciones son claras, los contornos perfilados y el dibujo exquisitamente elaborado; los fondos lisos, que ocupan la mayor parte de la superficie del cuadro, están realizados a base de capas de pintura muy finas y, en lugar de superficies monocromas y planas, dan la impresión des espacios atmosféricos.

Todas ellas, a pesar de la minuciosa objetividad de la representación, son imágenes subjetivas, “sentidas” más que observadas. Pinturas que reflejan la voluntad de la mirada que rapta de la realidad un fragmento y cuyo vestigio sólo la memoria es dueño.

La pintura, como siempre, sigue siendo una cuestión de mirada.

(Parnass n°3/2003 Septiembre-Octubre, 2003)

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